Historia

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Sus humildes inicios tuvieron lugar en la huerta de “El Pedroso” allá por el año 1998, en un pequeño taller de carácter familiar de tan solo 100,00m2 donde una mente inquieta comenzó su andadura en el sector del metal prestando sus servicios a otros talleres de la zona, colaborando en el montaje de estructuras y cubiertas metálicas, germen actual nombre de la empresa. Fruto de su profesión, entabló amistad con un joven comercial de ventas de un importante almacén de hierros de la zona, el cual le proveía de la materia prima necesaria para sus trabajos. Ambos jóvenes emprendedores,decidieron aunar sus fuerzas y su ambición para embarcarse en un nuevo proyecto común. Y fue así, de una forma sencilla, basada en el diálogo y respeto propio de las relaciones comerciales, sin intermediarios de por medio, ni tecnologías de comunicación, sino en persona, como se ha hecho desde tiempos remotos, como surgióMontajes CUBRESOL, S.L.

Apenas medio año después (1999), la demanda de trabajo obligó a trasladar sus instalaciones a una nave de mayores dimensiones situada en el paraje “Fuente Las Piedras” de Cabra (Córdoba). Aquella fue nuestra casa durante los próximos dos años. En el año 2000, el crecimiento de la empresa obligó a un nuevo traslado a unas instalaciones que superaban los 1.000m2 ubicadas en el P.I. “El Junquillo” de la misma localidad. En 2005, nuestro taller es insuficiente para satisfacer la alta demanda de trabajos que llegaban a nuestras oficinas, tanto en cantidad de obras como de superficie construida, algunas incluso superando los 60.000m2. Ante la falta de suelo industrial en el término de Cabra, aparece la oportunidad de establecernos en la localidad vecina de Monturque, junto a la nueva autovía Córdoba-Málaga, en pleno centro geográfico de Andalucía. Un lugar privilegiado en cuanto a posicionamiento en el territorio y conexión con localidades y provincias cercanas gracias vías de comunicación de primer orden.

El taller de Monturque, situado en el P.I. “Santa Ana” y en el cual permanecemos a día de hoy, nos permitió dar un salto cualitativo y sobretodo cuantitativo en la fabricación de estructuras metálicas. Nos proporcionó la posibilidad de fabricar estructuras para obras diferentes de manera simultánea, disponiendo de espacio suficiente para acopio de material e incluso acometer obras de gran envergadura, llegando a construir cerchas de 50,00 metros de longitud. Todo ello vino acompañado de una importante inversión en maquinaria, vehículos, personal, etc. necesario para cumplir con la demanda y exigencias del mercado. En pleno “boom inmobiliario”, nos vimos obligados a invertir en la apertura de nuestra propia instalación para fabricación de cerramientosde hormigón para ofrecer mejor servicio y rapidez a nuestros clientes. Con sede en el P.I. “Llanos de Jarata” de Montilla funcionó a pleno rendimiento durante 3 años hasta que estalló la burbuja, viéndonos obligados a su cierre y posterior venta en Junio del 2012.

Pero como dice el refrán, “todo lo que sube, baja”. Años de bonanza económicaen el sector de la construcción desembocó en un estilo de vida por encima de nuestras posibilidades y que trajo consigo el estallido de la burbuja inmobiliaria a comienzos del 2008. Fueron años muy difíciles para la empresa, viéndose obligada a prescindir de la mayoría de sus empleados por insolvencia económica, hasta el punto límite de llegar a un pre-concurso de acreedores en 2012. “Es duro caer, pero es peor no haber intentado nunca subir».Pero esta nueva situación supuso un punto de inflexión. Bajo mínimos y conscientes de la realidad en la que se encontraba inmersa la empresa, solo cabía pensar la posibilidad de remar muy poco a poco y todos juntos en la misma dirección  con mucha entrega, sacrificio y constancia para intentar sacar a flote el barco que un día fue un trasatlántico y que, hoy por hoy, no aspira más que a ser un humilde pesquero que recoja y proporcione bienes para la vida diaria de los suyos.

Una crisis económica y social que se prolonga durante más de una década y que ha dejado profundas secuelas,  marcando el devenir de muchas generaciones tanto a nivel personal como profesional. A día de hoy y tras más de 5 años de arduo trabajo con precios sin márgenes para el beneficio, se atisba que la proa del barco está saliendo a flote, lo que sin duda es una gran noticia. Durante los últimos años, nuevos marineros se han ido subiendo al barco que derivaba por un mar en tempestad y sin rumbo fijo para hacerlo llegar a buen puerto, sin prisa pero sin pausa, viendo desgraciadamente como otros compañeros de profesión se hundían. Seguimos tirando de refranero, “lo difícil no es llegar, sino mantenerse”. Y para ello trabajamos día a día, con humildad, aprendiendo del pasado para mejorar en nuestro presente y no errar en el futuro.